
Se refiere al negocio principal de una empresa, es decir, la actividad central y fundamental que la define.También se puede entender como la esencia o la raíz del negocio, aquello que lo impulsa y lo diferencia de otros.

Por Paola Giuliani, directora de OKMA Consultora
Una estadística impactante: 8 de cada 10 empresas fracasan en sus primeros cinco años de vida. Y de esas, la mitad no supera el primer año. ¿Cuál es la causa principal? La respuesta no está en las ventas, ni en el marketing, ni en las redes sociales. La causa más frecuente es la falta de rentabilidad.
La rentabilidad es mucho más que un número contable. Es el indicador que nos dice si nuestro negocio vale la pena. Nos da libertad para crecer, decidir, invertir o incluso decir “no” cuando no conviene. Es, en definitiva, el corazón que mantiene viva a la empresa.
¿Qué es, entonces, la rentabilidad?
Muchas veces confundimos facturación con rentabilidad. Una empresa puede facturar millones… y aún así estar en problemas. La rentabilidad es lo que queda después de pagar todos los costos, todos los gastos, y todos los compromisos impositivos y financieros. Es el verdadero resultado operativo del negocio.
Si tu empresa tiene ventas, perfecto. Pero si no tenés margen bruto, o si los gastos fijos y operativos se comen el resultado, entonces el negocio no es sustentable. Como solemos decir en OKMA: “La rentabilidad es la libertad.”
El primer paso: mirar con lupa.
Para entender la rentabilidad, primero hay que descomponerla:
Ventas = Precio x Cantidad.
A eso se le restan los costos directos: insumos, producción o adquisición del producto. El resultado es el margen bruto.
Luego se restan los gastos operativos: sueldos administrativos, alquileres, estructura.
Eso nos da la rentabilidad operativa.
Por último, se descuentan impuestos y servicios financieros.
Así llegamos al resultado neto.
Conocer esta cadena es fundamental para tomar decisiones.
¿Dónde está el cuello de botella? ¿En el precio, en el costo, en los gastos?
No es lo mismo tener un problema de estructura que un problema de margen. Y muchas veces se confunden.
Rentabilidad ≠ Austeridad
Cuidar la rentabilidad no es recortar por recortar. No se trata de eliminar todo lo que cuesta. Se trata de identificar qué genera valor para el cliente y qué no. Hay productos, servicios, procesos o estructuras que sí aportan valor y justifican su costo. Y hay otros que no. El análisis debe ser quirúrgico.
Un ejemplo clásico: reducir el packaging para ahorrar, sin saber si eso afecta la percepción del cliente. ¿Y si eso era lo que diferenciaba tu producto del resto? Cortar sin análisis puede ser más caro que no cortar.
Una mirada de negocios
Gestionar la rentabilidad no es un ejercicio financiero. Es una mirada de negocios. Es entender el modelo, los procesos, los productos, el cliente, los precios, la estrategia. Es tomar decisiones con foco en lo que hace viable al negocio en el tiempo.
Como consultores, en OKMA lo vemos a diario: empresas con buen producto, buena gente, buenas ideas… pero sin rentabilidad. Y sin rentabilidad, el camino se vuelve cuesta arriba.
Por eso, si tenés una PyME, te invito a que empieces por una pregunta clave:
¿Tu negocio realmente está generando rentabilidad?
Y si no tenés la respuesta, entonces es hora de empezar a medir, revisar, ajustar y, sobre todo, decidir con información.
Comentarios